lunes, 2 de junio de 2008

El Presidente Rafael

El pueblo ecuatoriano apoya al Presidente Correa, con un entusiasmo que venía siendo necesario, por no decir urgente, para la sanidad mental y el balance emocional de millones de personas que estaban al borde de perder la fe en todo lo que tuviera que ver con política y su sociedad. Los seres humanos necesitamos de varios ingredientes vitales para lograr el equilibrio, que nos impulse hacia la realización personal y colectiva. Aunque solucionar el problema económico es muy importante, parece que si ese logro se da, sin fusionar a la sociedad, algo dentro de nosotros no se satisface a plenitud. Si así fuera, tendríamos que asumir como cierto que la gente de los países desarrollados está más realizada y conectada con su parte humana. ¿Y el renacimiento del fascismo en Europa? Ellos tienen mejores ingresos, mejores casas, muchos de los problemas del diario vivir, solucionados. Pero las noticias que recibimos de estos países nos dicen lo contrario. Algo no está marchando bien, porque no necesitamos analizar, ni investigar mucho para darnos cuenta que no hay pueblos, ni siquiera medianamente satisfechos, entre los países desarrollados. ¿Y el uso indiscriminado de armas en USA, por adolescentes violentos? Hay muchos ejemplos de insatisfacciones sociales del mundo que nombrar, pero creo que nosotros, mejor debemos hablar de lo que está pasando aquí en Ecuador.
A pesar de la gran pobreza, el pueblo ecuatoriano, con una generosidad admirable, apoya al Presidente Correa. La gente espera con paciencia que los cambios se den, porque cree en el Presidente, confía en su palabra y está dispuesta a seguir esperando, porque confía en las promesas, logros del mandatario y su gobierno, que no son pocos.
¿Pero de verdad queremos los cambios para ser como los países desarrollados? ¿Llenos de tarjetas de crédito, y buscando la satisfaccion personal en los centros comerciales, en la pornografíá, en las drogas, en el aislamiento de nuestros colectivos naturales? ¿No sería mejor, cambiar el ambiente general de la sociedad, sobre todo de las ciudades, por otro más amable, que impulse a los ciudadanos como seres humanos sensibles que somos, a vivir unidos?
Todos tienen un ecosistema para vivir: las abejas, los sapos, los zancudos, los pájaros, los tiburones, los pinguinos, los peces, las ratas, etc. Todos sabemos lo que es un ecosistema y que hay que respetarlo, para que las criaturas que en ellos habitan no sean exterminadas y abusadas por los seres humanos, con sus avances científicos y tecnológicos. ¿Pero y nuestro ecosistema como seres humanos en las ciudades, dónde lo encontramos? ¿Al crear las ciudades, nos convertimos en el único antiecosistema del planeta y por eso tenemos tantas dificultades para ser generosos con la naturaleza? Ahora que hay un día para todo, deberíamos crear el día de la gratitud mundial, dando gracias a la naturaleza por el hecho simple de poder seguir con vida.
Si el Presidente Correa logra recobrar el equilibrio de la sociedad, dándole a cada necesidad su justo valor, podríamos cambiar el ambiente que nos rodea, por otro acogedor y seguro para cada uno de nosotros y de muchos ecosistemas. No necesitaríamos querer ser ricos, para ser felices, no necesitaríamos comprar para sentirnos realizados, no andaríamos matándonos unos a otros, para demostrar que somos competitivos. Sólo necesitamos involucrarnos, crear ideas nuevas de participación colectiva, interesarnos por la realidad que va más allá de nuestro pequeño mundito personal. Ahora tenemos Internet y los celulares, para motivarnos y salir al mundo real a empujar las iniciativas que nos gustan del Presidente y a buscar temas nuevos para nuestras propias iniciativas. La palabra mágica sería, participar, pero con un compromiso sano, que nos saque de las viejas prácticas políticas.
El Presidente es un trabajador incansable, un hombre de inagotable iniciativa, ¿y nosotros estamos esperando que se equivoque para criticarlo, o no sería mejor empezar a involucrarnos para ayudarlo? Un ambiente acogedor, con futuro, para crecer fuertes y seguros, lo tenemos que impulsar nosotros.
Ya no somos camarones que se duermen...

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